Por Fernando Pereira | @cecodap |
Un sector de la población mundial ve con preocupación el aumento del tiempo que sus niños y adolescentes están frente a las pantallas en medio de la cuarentena prolongada. El encierro obligado por la medidas sanitarias incentiva el uso de las tecnologías como opción de recreación y comunicación son sus pares, vecinos y familiares; a ello se suma la creciente presión generada por las obligaciones de la escuela a distancia.
Esta situación comienza a generar distorsiones que afectan los hábitos saludables y la socialización por lo que más familias buscan en aplicaciones como Screen time (Apple) y Family Link (Google) opciones para establecer límites de dos horas al día, utilizar las redes por intervalos que no superen la media hora, bloquear el acceso a las redes después de las 8 de la noche, solicitando permiso para el ingreso a Youtube, entre otras.
Abundan las orientaciones profesionales sobre cómo guiar la transición entre el “desenganche” de las pantallas para que progresivamente vayan dedicando tiempo a leer con aparentes contradicciones como: “Si lees por 10 minutos te podrás conectar un tiempo adicional”
Mantener las horas de sueño constituye otros de los retos de estas familias. Niños y, sobre todo, adolescentes con hábitos de sueño trucados que afectan su salud y desempeño. Guías para generar incentivos si te vas a la cama antes de las 9 pm, dormitorios como zonas liberadas de teléfonos, tabletas, laptops, prohibición de utilizar aplicaciones o juegos generadores de adrenalina en las horas previas a dormir.
Mayoría desconectada
La realidad que describimos anteriormente puede crear el espejismo de la realidad y educación a distancia visto desde sectores que no representan la mayoría de las familias.
“Si la pandemia ha traído, para muchos, la posibilidad de contar con más tiempo que dedicar a la navegación para descubrir y conocer el mundo, para estar más tiempo con la familia, para la introspección, a la par que continuar por intermediación tecnológica el vínculo con amigas y amigos y cierta continuidad pedagógica, también ha hecho visible a las y los jóvenes, al rey desnudo. Pero si bien la desconexión es hoy un lujo que no pueden darse so pena de aislarse de toda vida social y educativa, vemos que esta situación, es sólo una posibilidad de un sector de jóvenes”, expresa Sergio Balardini de FLACSO.
Esta aseveración forma parte del contenido del informe Adolescentes en tiempos de pandemia, que corresponde a una investigación realizada por la organización Chicos.net en la Ciudad de Buenos Aires.
Marcela Czarny, directora de esta organización, a quien tenemos la dicha de conocer y saber del compromiso con el tema de la ciudadanía digital, expresa sobre el documento: “Tener tecnología, estar conectado, saber utilizar los entornos tecnológicos. Estas tres variables son el puente o el abismo que se presenta hoy entre los y las adolescentes de Argentina. Estas diferencias son prácticamente insalvables entre uno y otro mundo. La pandemia de COVID-19 hizo más visible la brecha digital. Mientras que en los sectores medios los y las adolescentes tienen un abanico de dispositivos (computadoras, tablets, celulares y consolas) para conectarse a una enorme variedad de servicios (Zoom, WhatsApp, Netflix, Twitter, Instagram, TikTok y Youtube), en los sectores populares no suelen contar con un dispositivo propio. Cuando se cuenta con el dispositivo en el hogar, su función principal es la conectividad de los adultos y debe ser compartido con el resto de la familia”
Sin duda esta es la realidad y paradoja que vivimos en un país como el nuestro con el agravante impuesto por la complejización de las limitaciones y carencias, alimentadas por los efectos causados por años de Emergencia Humanitaria Compleja y pobreza creciente. Un mayor sector de la población sin tecnología o con tecnología obsoleta, sin conexión o de muy baja calidad y sin la capacidad para utilizarla.
Padres de sectores medios preocupados por la cantidad de horas que sus hijos pasan frente a las pantallas y padres de sectores populares que la única pantalla que sus hijos tienen disponibles es la de la TV, sentencia Czarny. Esa es la paradoja de la brecha social con su inequidad que se expande a la misma velocidad del Covid-19.
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