Por Fernando Pereira | @Cecodap | @Fernanpereirav
Educador. Fundador de Cecodap.
“Me impresionó ver tantos venezolanos en los semáforos. Personas vestidas con ropa de calor en este frío y bebés, muchos bebés. Ha sido duro verlo tan crudo”, cuenta con la sensibilidad de un padre de dos niñas el futbolista de la vinotinto Luis Manuel Seijas quien vive en Bogotá.
Hay que insistir en que la migración en Venezuela es forzosa, los niños y sus familias no lo hacen por placer, emprenden la huida al ver su posibilidad de supervivencia y dignidad amenazadas. Por eso es una migración a la incertidumbre, sin preparación y sin los recursos mínimos necesarios. Los niños y adolescentes sufren el desarraigo, la incertidumbre y la exposición a condiciones límite.
A pesar de la lentitud que caracteriza la respuesta de los organismos internacionales frente a la rapidez y crudeza de los dramas sociales; el fenómeno de los caminantes venezolanos es más que evidente y no se puede esconder aunque las autoridades del país insistan en desconocerlo:
“Crisis migratoria en Venezuela: 1,1 millones de niños de toda la región necesitarán asistencia en 2019, en comparación con casi medio millón en la actualidad”, señala el comunicado de la Directora Regional de Unicef hace pocos días.
Se conoce por cifras de OIM que en 2005 habían migrado 437.280 venezolanos, en abril de 2017 ya se contabilizaban 1.622.109. Para el cierre de 2018 esta cifra habría ascendido a 3 millones. Lo cual da cuenta de que esta emergencia se ha ido agudizando exponencialmente. De los 3 millones señalados, 2 millones 400 mil lo han hecho a países de la región. Y es por las consecuencias que se están generando en estos países, por el llamado de atención de sus autoridades y por la presión de sus ciudadanos que ha permitido que los ojos del mundo puedan percatarse del fenómeno.
“Es evidente que mientras persista la crisis en Venezuela y el número de migrantes venezolanos en la región siga aumentando, servicios esenciales como la protección, la atención de la salud y la educación sufrirán una presión cada vez mayor en los países de acogida y de tránsito” advierte Unicef
Una realidad que los expulsa
De acuerdo a estudios realizados por Cecodap los principales motivos para la migración encontramos buscar mejores condiciones de vida en un 54,2%, así como para buscar trabajo en un 20,2%.
Las familias con niños padecen la dificultad para alimentarlos, gestionar tratamientos médicos y medicinas, que puedan asistir a la escuela con sus útiles, tener transporte… Cubrir las necesidades básicas y gerenciar lo cotidiano se convierte en una proeza extraordinaria.
Los reportes de las autoridades migratorias de los países receptores de estos caminantes indican niveles de desnutrición y malnutrición que afectan su salud, no han recibido todas las vacunasdel plan de inmunizaciones e incluso la presencia de niños y adolescentes solos sin representante legal o adolescentes que viajan con otros adolescentes o su pareja adolescente.
¿Qué destino les espera?
Unicef llama la atención sobre algunos migrantes –incluidos los niños no acompañados y separados de sus familias, las mujeres embarazadas, las madres lactantes y las poblaciones indígenas– se encuentran en una situación de mayor riesgo.
Si no se toman medidas extraordinarias los niños y adolescentes seguirán teniendo dificultades para regularizar su permanencia en el país, ingresar al sistema educativo, recibir tratamiento médico que no sea de emergencia, protección social de cualquier tipo y estarán expuestos al trabajo infantil en condiciones de riesgo y a la violencia y la explotación sexual. Serán en muchos casos víctimas de la discriminación y xenofobia.
Caminantes nuestros
Es indispensable seguir contando con la solidaridad de los países receptores. Es por ello que desde Cecodap en articulación con la Red Latinoamericana y Caribeña de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (Redlamyc) solicitamos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la creación de protocolos transfronterizos de protección integral que orienten, apoyen y estandaricen respuestas conjuntas articuladas y efectivas para garantizar el pleno ejercicio de los derechos de todas las niñas y niños venezolanos con especial atención a los no acompañados o separados.
Hagamos todos los esfuerzos para que las huellas de esos pequeños caminantes no se borren.Son nuestros, nuestra sangre, nuestro su sufrimiento. Y son unos valientes; son grandes en dignidad.
Fuente: Efecto Cocuyo
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