Por Fernando Pereira

Comenzamos el año y desde las Naciones Unidas nos invitan a visibilizar la educación. Desde la UNESCO nos recuerdan que este 24 de enero de 2022,  se celebra el cuarto Día Internacional de la Educación bajo el lema Cambiar el rumbo, transformar la educación. Tal y como se detalla en el reciente informe global de la UNESCO sobre Los futuros de la educación, transformar el futuro “requiere reequilibrar de manera urgente la forma en la que nos relacionamos entre nosotros, con la naturaleza y con la tecnología que impregna nuestras vidas, que nos trae oportunidades innovadoras y, al mismo tiempo, plantea graves problemas de equidad, inclusión y participación democrática”.

Cabe destacar en esta fecha la existencia de una Comisión internacional sobre Los futuros de la educación, establecida por la UNESCO en 2019 e integrada por  líderes  de  pensamiento  de  los  círculos  académico,   científico,   gubernamental,   empresarial   y   educativo que ha planteado un documento titulado La educación en un mundo tras el covid: nueve ideas para la acción pública. Advierten los expertos que las decisiones que se tomen en este momento en el contexto de la enfermedad por coronavirus (Covid-19) tendrán consecuencias a largo plazo para los futuros de la educación. 

A continuación un resumen de la ruta propuesta:

  1. Comprometerse  a  fortalecer  la  educación  como  un  bien  común.  La  educación  es  un  baluarte contra las desigualdades
  2. Ampliar la definición  del  derecho  a  la  educación  para  abordar  la  importancia  de  la  conectividad y el acceso al conocimiento y la información. 
  3. Valorar la profesión docente  y  la  colaboración de  los  maestros. Debemos fomentar condiciones que den a los educadores autonomía y flexibilidad para actuar conjuntamente.
  4. Promover la participación y los derechos de los estudiantes, los adolescentes y los niños.
  5. Proteger los espacios  sociales  que  ofrecen  las  escuelas  a  medida  que  transformamos  la  educación. La  organización  tradicional  de  las aulas debe dar paso a formas diversas de “dar clase”, pero la escuela como espacio-tiempo independiente  de  la  vida  colectiva,  debe mantenerse.
  6. Poner tecnologías libres y de código abierto a disposición de los docentes y estudiantes. Se deben apoyar  los  recursos  educativos  abiertos  y  las  herramientas  digitales  de  acceso  abierto.
  7. Asegurar la impartición de conocimientos científicos básicos en el plan de estudios. Este es el momento adecuado para emprender una reflexión a fondo sobre los planes de estudios.
  8. Proteger la financiación nacional e internacional de la educación pública. La pandemia tiene el poder  de  socavar  varios  decenios  de  progreso.
  9. Fomentar la solidaridad mundial para poner fin a los niveles actuales de desigualdad. El COVID-19 nos ha  mostrado  hasta  qué  punto  nuestras  sociedades  instrumentalizan  los  desequilibrios  de  poder,  y  nuestro  sistema  mundial  las  desigualdades. 

Un nuevo Contrato Social con la educación como centro

La  Comisión  pide  que  se  renueven  los  compromisos  con  la  cooperación  internacional  y  el  multilateralismo. “La  COVID-19  nos  plantea  un  verdadero  desafío  y  exige  una  responsabilidad  real.  Estas  ideas  promueven   el   debate,   el   compromiso   y   la   acción   de   los   Gobiernos,   las   organizaciones   internacionales,  la  sociedad  civil  y  los  profesionales  de  la  educación,  así  como  los  alumnos  y  los  interesados a todos los niveles”.

Desde Venezuela no podemos seguir viendo este debate como espectadores que no tienen nada que perder. En cada una de las 9 líneas propuestas tenemos un rezago desde antes de la pandemia. Estamos presenciando el debilitamiento de todas las condiciones que pueden garantizar la educación como un derecho humano, universal. La brecha educativa se ensancha y requiere respuestas para generar las condiciones pero también, como lo plantea UNESCO, para cambiar el rumbo y transformar la educación. No podemos seguir haciendo lo mismo en un mundo que ha cambiado y lo sigue haciendo.

Emulando al maestro Simón Rodríguez: “o inventamos o erramos”.

Efecto Cocuyo

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