“Últimamente se ha notado mucha deficiencia en cuanto a la protección del niño, niña y adolescente porque las instituciones no están teniendo una adecuada ruta de protección para el niño o niña en cuanto lo decida”.
Así lo dijo a Radio Fe y Alegría Noticias la psicóloga de la ONG Aliadas en Cadenas, Carmen Jordan. Estas declaraciones las ofreció cuando se le consultó por el caso de Shayla, una niña víctima de violencia de género desde los 9 años en el Zulia, quien decidió quitarse la vida cuando tenía apenas 12 años.
Lo más adecuado, según ella, “es que los profesores estuvieran preparados para percibir los síntomas que un niño pueda presentar cuando es víctima de abuso sexual”. En ese sentido, la experta en psicología clínica aclaró que las instituciones deben desarrollar una ruta de protección, pero a su juicio “hay un flagelo muy grande en cuanto a la protección de niños, niñas y adolescentes”.
Jordan explicó que de acuerdo a los casos que ha recibido en su consultorio, los padres o representantes manifiestan que los colegios no cuentan con psicopedagogos o al menos con una persona que preste el apoyo.
“Todas las instituciones deberían contar con un psicopedagogo y una psicóloga para que los profesores si notan algo extraño en un niño, ellos puedan remitirlo a un lugar que reciba atención más especializada en caso de ser víctima de abuso sexual”, explicó Jordan, quien afirma que la carencia de estos profesionales en los planteles educativos tiene mucho que ver con la deserción masiva de profesionales, que ha provocado la crisis económica que vive Venezuela, quienes se van del país o terminan ejerciendo otro trabajo diferente al de su profesión.
A su juicio, la escuela debería ser un factor protector de todos los niños y adolescentes, sobretodo porque los niños y niñas pasan mayor tiempo en el colegio, el lugar donde se desenvuelven con más naturalidad y desarrolla la interacción social.
Estar atentos a las conductas
Jordan agregó que los niños, niñas y adolescentes que viven un abuso sexual expresan temor a estar solos, o en caso de recibir ese abuso por parte de un familiar manifiestan su rechazo a quedarse con esa persona.
Asimismo, señaló que la resistencia a bañarse o desnudarse con otros niños de su edad, el aislamiento, el rechazo de relacionarse y evitar el contacto físico o tener una conducta agresiva de llegar incluso a agredir otros niños, representan señales de alarma porque son las conductas apegadas a un niño o niña que sufre de algún tipo de violencia.
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