Fuente: Bomdia. – El luso-venezolano Fernando Augusto Pereira creó hace 38 años la ONG Cecodap – Centros Comunitarios de Aprendizaje, que trabaja desde entonces en la promoción y defensa de los Derechos Humanos de los niños, niñas y adolescentes en Venezuela
La idea, le explicó a Lusa, surgió en 1984, cuando estudiaba en la Universidad y contactó con “comunidades muy pobres en las afueras de Caracas” donde vio las necesidades de los niños y las familias, pero especialmente de las mujeres, las madres.
“Fue entonces cuando comenzamos a ver qué podíamos hacer para mejorar las condiciones (locales) y prestar atención”, dijo, y agregó que era El Ciprés, en Las Adjuntas, un barrio que estaba rodeado de cultivos de agricultores portugueses.
Por otro lado, explicó que el símbolo de la ONG es, desde el primer momento, un “loro” (joya) porque “tiene que ver con la posibilidad de volar hacia el cielo” y que para hacerlo “hay que ir contra el viento, no se vuela si no se tiene viento de proa, por lo que las dificultades siempre están presentes”.
“No teníamos nada y lo teníamos todo, porque teníamos el deseo y la voluntad de trabajar, la confianza en lo que podíamos hacer”, dijo.
Según Fernando Augusto Pereira, ha sido fundamental “ayudar a los jóvenes a realizar sus sueños, a creer en ellos, a hacerles entender que el único sueño que no sucede es el que uno no tiene, es decir, los niños y adolescentes tienen una capacidad infinita para poder crear y realizar sus sueños”.
“Comenzamos en una comunidad muy pobre, no teníamos sede ni oficina. No teníamos recursos, solo nuestro trabajo voluntario. Y tuvimos el apoyo de personas que comenzaron a ver y confiar en lo que hicimos, porque estábamos involucrados desde el corazón, con mucha pasión, y esta es una forma de inspirar y motivar a otros”, dijo.
Recuerda que lograron construir un “ranchito” (una casita) con paredes de cartón y un techo de estaño de zinc y que con una pintura proporcionada por su padre, Augusto Pereira da Silva, que era pintor del edificio, pintaron el techo de azul y una madre usó papel de aluminio para poner algunas estrellas en el techo.
“Y cuando preguntaron a los niños dónde estudiaban, dijeron que era en una escuela que tenía el cielo dentro. Vimos y entendimos que el cielo estaba dentro, que aunque no teníamos nada material, lo teníamos todo, porque teníamos la ilusión y la confianza de todos”, dijo, subrayando que “los proyectos no se hacen por recursos materiales o físicos, se hacen por nosotros, por el cariño y la entrega que uno puede tener”.
Sobre el origen del nombre, explicó que surgió de la creación, con el apoyo de la comunidad, de varios centros de aprendizaje y que luego sirvió de inspiración para un programa de gobierno inspirado en algunos elementos de la experiencia que tuvieron.
“Esto nos ha llevado a avanzar en la formación de otras organizaciones profesionales, no solo en Caracas, sino en todo el país. Sirvió para proyectarnos a nivel nacional”, explicó, señalando que en 2022 Cecopad tuvo presencia en 800 escuelas públicas y privadas del país, brindando capacitación a muchos niños, estudiantes, maestros y familias.
La organización ha publicado más de 15 libros sobre los temas que ponen a disposición, que son utilizados por otras instituciones.
Hijo de Augusto Pereira da Silva, emigrante de Espinho, pintor que formó a venezolanos, colombianos, ecuatorianos y dominicanos, explicó que su padre “siempre tuvo pasión por lo que hacía” y que “no trabajaba para vivir, vivía para trabajar”.
“Me hizo entender que te tiene que gustar lo que haces y hacerlo bien, porque si te gusta y lo haces con pasión, el resto viene por adenda. Muchos de esos valores han sido tatuados en mi ADN y eso es lo que estoy haciendo aquí hoy. El legado que puedo dejar a mis colegas y al equipo es esta idea de trabajar, de hacer las cosas con perseverancia y de hacer lo mejor que puedas”, explicó.
Sobre la situación actual venezolana, dijo que en los últimos años “ha sido complicado, hay muchas dificultades”, destacando la importancia de fortalecer, en los jóvenes, la capacidad de resiliencia para superar la adversidad y que al tener confianza en sí mismos, se abren puertas a otros escenarios y posibilidades.
Fernando Augusto Pereira dijo que su vida está ligada a su herencia portuguesa.
“Desde pequeña me ‘amamantaron’ con muchos valores y, desde mi infancia, recuerdo las albóndigas de bacalao, la aletria, el bizcocho, el pastel rey. A pesar de algunas limitaciones, fue una infancia con mucha alegría”, concluyó.
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