A pesar de que Venezuela cerró oficialmente sus fronteras terrestres con sus vecinos Colombia y Brasil el 23 de febrero, miles de personas siguen abandonando el país cada día.
Muchas arriesgan sus vidas en el proceso, ya sea al vadear ríos torrenciales o exponiéndose a sufrir abusos o explotación por parte de grupos armados que controlan las traicioneras rutas clandestinas.
El pasado martes, fuerzas de seguridad de ambos lados de la frontera tuvieron dificultades para controlar la situación cuando 46.000 personas desesperadas forzaron el cruce a través del Puente Internacional Simón Bolívar, entre el pueblo venezolano de San Antonio del Táchira y la ciudad colombiana de Cúcuta.
Con la gente cruzando en ambos sentidos, en un momento dado las barreras para contener a la multitud fueron derribadas. El tumulto puso en riesgo de ser aplastados o pisoteados a bebés, niños pequeños asustados, mujeres embarazadas exhaustas, personas mayores y personas con discapacidad. Afortunadamente, no se han reportado heridos.
Las multitudes de esta semana son resultado de la crecida del río Táchira, que a su vez eleva el peligro en los cruces a pie más de lo habitual. Desde el 23 de febrero, cuando las autoridades venezolanas impusieron restricciones al cruce de fronteras, el tránsito a pie por el puente había disminuido. La gente recurría en su lugar a senderos enfangados –conocidos como “trochas”- y a vadear el río Táchira para llegar a Cúcuta, donde trabajan, estudian, pueden recibir atención médica u obtener comida y medicamentos no disponibles en Venezuela, Asimismo, miles de refugiados y migrantes venezolanos acceden a Colombia cada día para quedarse allí o continuar su viaje a otros países latinoamericanos.
Debido a que las fuertes lluvias han elevado el caudal del río e inundado muchos de los caminos, la única opción viable para la mayoría de venezolanos era el puente.
Esta situación ilustra los peligros que entraña el cruce irregular de fronteras por parte de personas en situación desesperada. Aunque para el miércoles el nivel de la corriente del Táchira había descendido temporalmente, la próxima llegada de la estación de lluvias continuará provocando que los cruces sean altamente peligrosos.
ACNUR reconoce los esfuerzos de Colombia y de otros países latinoamericanos, que acogen a millones de venezolanos, y el compromiso de las autoridades colombianas para favorecer el acceso a su territorio, residencia legal y otros derechos básicos. En 2018, ACNUR asistió al Gobierno de Colombia con el registro administrativo de más de 440.000 venezolanos.
ACNUR trabaja estrechamente con las autoridades colombianas, interviniendo en favor de individuos con necesidades de protección específicas, -como mujeres, niños y adolescentes, personas mayores, personas con discapacidad, grupos indígenas y personas del colectivo LGBTI- y proporcionándoles servicios especializados y asistencia humanitaria.
En los principales pasos fronterizos, ACNUR ofrece información y asesoría legal sobre cómo acceder al estatuto de refugiado y a otras formas alternativas de estancia legal. La Agencia de la ONU para los Refugiados también se coordina con otras organizaciones para distribuir agua potable, productos de higiene personal, mantas y comidas ligeras para refugiados y migrantes, así como para trasladar a los enfermos a centros de salud y hospitales. ACNUR ofrece asimismo asistencia técnica a las autoridades competentes, para desarrollar una coordinación efectiva y preparar planes de respuesta local.
Fuente: ACNUR
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