Las donaciones que reciben las casas hogares en Ciudad Guayana son menores a las de años anteriores, pero cada aporte permite seguir abriendo puertas a niños y adolescentes en situación de riesgo.
Bolívar. «Subsistimos porque Dios así lo ha permitido», afirmó Legma Melo, directora de la Fundación Renacer, una de las casas hogares en Ciudad Guayana.
Recientemente, esta cumplió nueve años de fundada. Con sus altos y bajos han podido sortear la crisis del país, gracias a quienes consideran sus ángeles: gente que sigue aportando para brindar alimentación y vestido a los niños que allí albergan.
Cada cierto tiempo hay alguien que toca a la puerta con algo para donar, desde ropa, juguetes, hasta alimentos. No importa si es un solo paquete de harina de maíz precocida, con grandes y pequeños aportes es que pueden brindar atención a niños en condición de riesgo.
Hay un señor, dueño de un comercio, que les da gratuitamente charcutería, otro mantiene la nómina del personal que atiende a los nueve niños que asisten, cuyas edades comprenden entre uno y 11 años.
En la casa hogar Madre Emilia, fundada hace 52 años, también se sustentan con los aportes de la sociedad. Las donaciones son menores a años anteriores y esto complica el presupuesto para las compras. Actualmente, tienen una alianza con la Compañía de Jesús, que da todo el aporte de manutención.
«Hay personas que siguen donando alimentos y por eso, seguimos dando la lucha con estos muchachos, porque vale la pena trabajar con estos niños», afirmó Yolanda Coriano, directora de la casa hogar Madre Emilia, en Puerto Ordaz.
Niños y adolescentes vulnerables
Para ser acogido en una casa hogar se debe pasar por un proceso: primero denunciar en la Fiscalía la situación de riesgo en la cual se encuentra el niño o adolescente. Luego, en el Consejo de Protección del Niño, Niña y Adolescente, se verifica la denuncia de maltrato, abuso sexual o si hay riesgo social.
Pasados 30 días de la medida de protección, de no haber respuesta, el caso es llevado a tribunales.
Si durante la investigación se determina que el abuso o maltrato no provino de familiares, el niño pudiera regresar a su casa, de lo contrario, pasa a la casa hogar a menos de que exista una familia consanguínea que se haga cargo del menor. Entregarlo a la familia sustituta es el proceso más largo.
Melo señaló que hay niños en la casa hogar que llevan seis años esperando por una familia sustituta, pero no han recibido respuesta.
En la Fundación Renacer tienen casos de niños golpeados, abusados sexualmente por familiares o vecinos, o usados para robar.
Hace unos años hubo un caso de una niña violada por su padre, quien la contagió de VIH, sífilis y virus de papiloma humano. Después de todo lo que implicaron los trámites y el trauma que vivió, se le consiguió familia sustituta.
Por la crisis humanitaria compleja en Venezuela y las dificultades para conseguir medicinas de alto costo la pequeña fue llevada a Brasil para cumplir con su tratamiento.
Para Melo, el incremento de violencia contra niños y adolescentes obedece a que no se hace la denuncia de manera oportuna.
«La gente también tiene temor de denunciar a un familiar o un vecino, para no meterse en problemas, y el niño queda maltratado, y no saben que pueden hacer la denuncia de forma anónima«, destacó la directora de la Fundación Renacer.
Niños involucrados en la delincuencia
Si bien se han incrementado los casos de niños y adolescentes en situación de calle, el ingreso por esta condición a las casas hogares no ha sido proporcional.
En la casa hogar Madre Emilia llegan niños y adolescentes en situación de abandono, principalmente.
El programa se basa en albergar a niñas hasta que cumplen los 18 años de edad. En el caso de los niños, a partir de los ocho años pasan a la casa hogar Miguel Magone, en San Félix.
Una vez que ingresan, les garantizan escolarización, salud, alimentación y hasta gestión para identidad. Hay niños que llegan a las casas hogares sin siquiera contar con partida de nacimiento debido a que los padres nunca los llegaron a presentar.
«Pensamos que con la situación país nos iban a llegar más niños en situación de calle, pero no es así. Pero eso es porque son manipulados, son las unidades monetarias de sus padres que los mandan a la calle a pedir dinero. Los padres ven que llegan con cierta cantidad de dinero a sus casas, se acostumbran a eso, y el niño dejar de hacer otras cosas, como estudiar. Da lástima decirlo, pero nuestros niños están siendo usados«, lamentó Coriano.
La situación se complica a falta de planes por parte del Estado para garantizar la protección de niños y adolescentes, más con la actual diáspora venezolana, con la que hijos quedan bajo el cuidado de terceros, bien sea familiares cercanos o amigos de los padres.
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