Reducir, reutilizar para siempre reciclar. Con ese lema, un grupo de jóvenes y voluntarios de entre 9 y 18 años de edad reciben todas las mañanas de los sábados en la Escuela Técnica de Campo Rico, ubicada en La California, a personas provenientes de toda la ciudad, quienes llevan vidrio, cartón, anime, libros, botellas plásticas, ropa y materiales que no usen, para luego ser transformados en objetos útiles destinados a la industria.
El interés de Michelle Delgado por el reciclaje surgió a sus 11 años. Recuerda que en ese entonces lo marcó el tema del calentamiento global, por lo que vio en el reciclaje un camino para aportar su granito de arena al mundo. «Empecé a hacer mis maquetas con cajas de cereal, en vez de comprar cartulina y siempre sacaba buenas notas porque la calidad era igual de buena», afirma.
Asevera que la primera oportunidad de llevar a cabo un proyecto la tuvo en el Colegio Corazón de María ubicado en Petare, lugar al que llama «la casa materna del club de reciclaje». A la institución llegó el concurso Social Innovation Relay, en donde los estudiantes debían crear una idea innovadora, sustentable y replicable en cualquier parte del mundo. Fue así como desarrolló junto a otros cinco compañeros con los que cursaba bachillerato, una propuesta que consistía en hacer juguetes a base de desechos. «Hicimos una grúa hidráulica totalmente funcional, una Hummer con funciones de luz y un modelo de muñeco parecido a Mazinger Z hecho de plástico reciclado. Ganamos a nivel nacional», cuenta.
Esta oportunidad le brindó a Los recicladores (como se llamaban anteriormente) a hacer otros proyectos en la ciudad como la recolección de 60.000 tarjetas telefónicas para ayudar a 10 personas que necesitaban hacerse quimioterapia y hacer un mural con tapas en El Hatillo.
Pero su idea no se quedó en un sueño, debido a que, aunque David Delgado se alejó un poco del mundo de reciclaje para completar su formación universitaria, en 2018 junto a Giojana Vegas logró darle vida a Recyclers, un club cuya meta inicial es crear conciencia ecológica y el hábito de reciclaje en niños, niñas y adolescentes a través de actividades didácticas en sus colegios. «Decidí reunirme nuevamente con la directora del Colegio Corazón de María e inicié una campaña con los estudiantes. Al principio iniciamos con 10 jóvenes y terminamos con más de 30», comenta Delgado, fundador y presidente de la iniciativa.
En el colegio propuso a los docentes de primaria integrar a los estudiantes de grados más pequeños con actividades como subir El Ávila, ir a la playa o visitar parques.
«La idea es que cada club de reciclaje pueda mantenerse en las escuelas, que tengan sus propios centros de acopio, se encarguen de mantenerlo y que eso retribuya a la institución viéndola más limpia, e inclusive, logren intercambios con otras empresas», explica.
Club de reciclaje en las escuelas
Los niños aprenden jugando. Es por eso que Michelle Delgado y Giojana Vegas dejan de lado la teoría y, de la mano de las dinámicas más divertidas, siembran conciencia ecológica en niños y niñas de todas las edades. «Es increíble ver cómo los niños usan su imaginación y juegan con todas las cosas que llevamos. No piensan en que es basura», cuenta Vegas.
Delgado creó a Recyclerman, un personaje que recientemente visitó un colegio de Petare y le enseñó a 160 niños a derrotar a Basureitor, el monstruo de la basura, y todo lo que los humanos consideran desechos, para generar otras cosas de forma creativa. «También les enseñamos a hacer eco ladrillos», dijo Vegas.
Pese a que la idea inicial era dictar sus talleres en colegios de la capital han sido invitados a instituciones educativas de Valencia.
«Aquí nada se bota»
Recyclers es la primera organización en Caracas que recibe y recicla 90% de los residuos. «También recibimos chatarra electrónica que es reparada y donada a la institución en la que tenemos nuestro centro de acopio para sus actividades. Todo el material recibido es retirado y destinado a la industria. Nada se tira a la basura», resalta uno de los fundadores.
Con ese concepto han hecho budares, cerámica, vasos de vidrio, bandejas de anime, adornos, trofeos, criaderos de lombrices para compostaje, portavasos y pintura. Muchas cosas las hacen por encargo.
Con los productos no reciclables, hacen eco ladrillos, un concepto en el que, con botellas de refresco de dos litros, se meten empaques no reciclables en la industria. «Debe ser resistente, rígido y usado para construir. Estamos creando una campaña incentivando para que solo sea con material plástico para convertirlo en madera plástica», expone.
A su vez, Recyclers en unión con otras organizaciones, en su mayoría conformadas por jóvenes, hace una jornada de limpieza a propósito del Día Mundial de las playas. Esperan que, en algún momento, estas limpiezas puedan hacerse cada trimestre del año.
Para conocer más acerca de esta iniciativa o colaborar, visita la cuenta de @clubdreciclaje
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