Un círculo de violencia que empieza en la familia. Este martes 8 de junio, tres profesionales conversaron sobre la violencia intrafamiliar. Entre ellos se encontraba Abel Saraiba, psicólogo y coordinador adjunto de Cecodap, se aproximó al tema a partir de las consecuencias de un entorno agresivo para un niño. «Crecer en entornos de violencia cambia la visión que nosotros tenemos de los otros y de nosotros mismos. La violencia en la crianza tiene una incidencia tremenda en lo que más a delante van a ser otras formas de violencia como la de género», expuso.
El espacio fue organizado por el Centro Clínica Jurídica de la Universidad Católica Andrés Bello. Además de Saraiba, participaron las abogada Tamara Bechar Alter y Karla Subero. Ellas explicaron a la audiencia qué es la violencia de género, que se da en el hogar en algunas ocasiones, y cuál debe ser el abordaje de una víctima de este tipo de agresiones.
A criterio del Centro de Clínica Jurídica de la Ucab, durante la pandemia la violencia intrafamiliar aumentó. Así lo expuso María Fernanda Innenco, abogada y miembro del equipo. Señaló que agresiones hacia la mujer, niños o adultos mayores son parte de las experiencias que se han reportado. Las estadísticas de la institución dan una aproximación al problema: solo entre marzo y junio de 2021 han atendido 500 casos, 118 son divorcios y más de la mitad de estos reportan violencia.
Dos textos en el ordenamiento jurídico del país son clave para abordar este problema: la Ley Orgánica sobre el Derecho de la Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (Lopnna). Bechar Alter explicó que en el primer instrumento se tipifican 21 tipos de delitos, tales como: femicidio, violencia física, violencia sexual, acoso sexual, actos lascivos, violencia psicológica, acoso y violencia patrimonial. En este sentido, aclaró que no toda violencia basada en género constituye delito.
«Desde que nace una bebé hembra está protegida por esta ley. Una de las intensiones era crear un proceso mucho más corto al proceso penal ordinario, porque se trata de darle prioridad a estos delitos. El aspecto preventivo, represivo (sanciones) y reparación y protección son aspectos que corresponden al Estado. Más allá del establecimiento de la ley, en Venezuela el Estado no tiene establecidas las estructuras ni la infraestructura para lograr un verdadero acompañamiento a las víctimas de violencia de género«, agregó la especialista.
Reconocer el delito
Por su parte, Subero expuso que la violencia de género debe ser identificada para que se proceda a la denuncia. «El punto de partida para el abordaje de caso es identificar que estamos frente a una forma de violencia. Luego se debe saber si constituye un delito en sí mismo. En este sentido, la denuncia se puede hacer de manera directa o de un tercero. No solo la víctima directa está legitimidad para denunciar», dijo.
Una de las recomendaciones de Subero, quien ha trabajado este tipo de situaciones en Cofavic, es atender a la víctima con respeto. «En muchas oportunidades solo escuchar, brindar un espacio seguro y de confianza es terapéutico para la víctima», aseguró. A esto se le debe sumar la deconstrucción de los estereotipos propios que puedan promover la revictimización. Puntualizó que se debe evitar culpabilizar a la víctima. «Esto te pasó por no hacerle caso», «salías mucho y por eso te hizo eso», «¿por qué no te fuiste antes?», son algunos comentarios que no deben estar presentes.
Subero agregó que se debe permitir que la víctima decida los pasos que desea seguir. «Muchas veces se dice que hay que denunciar inmediatamente. Pero algunas de las mujeres llegan tan abrumadas y confundidas que piden un acompañamiento psicológico primero. También hay que tener en cuenta sus necesidades, porque muchas tienen relaciones emocionales o económicas con su agresor o incluso hijos», añadió.
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Desmitificar la violencia en la familia
Saraiba, quien también dirige el Servicio de Atención Psicológica Crecer sin Violencia, mencionó que si bien la violencia es algo censurable, muchas veces la violencia intrafamiliar pasa desapercibida. Atribuyó esto a los patrones culturales y de crianza en los que vivimos. «Si hacemos el ejercicio de mirar todas las manifestaciones donde la violencia se esconde nos sorprendemos. Hay una expresión popular que es muy útil para esto: ‘quien te hace llorar es quien te ama’. Es probable que si nos dicen que una mamá quemó a un niño con una cuchara caliente, lo identificamos claramente como violencia; pero, ¿qué pasa si hablamos de la nalgada a tiempo? Ahí encontramos matices, según nuestra propia historia de crianza, que nos llevan a justificar esa violencia. Tenemos entonces que algunas agresiones hacia los niños son más sutiles porque nosotros como sociedad las hemos invisibilizado», argumentó el especialista de Cecodap.
Durante la exposición, Saraiba desmintió algunos mitos relacionados a esa justificación de violencia en la crianza:
1.- Una crianza fuerte hace personas fuertes. Saraiba indicó que un niño que es violentado no solo recibe todo el impacto y daño emocional detrás de la experiencia de la violencia, sino que tampoco aprende a defenderse. Las herramientas que permiten que un adulto sepa afrontar la adversidad no se generan con miedo y maltrato; sino con una buena educación y seguridad emocional.
2.- Yo le doy despacito, es solo una nalgada. «Cuando un niño se porta mal y le pegamos, es verdad, se detiene. Lo hace para evitar el dolor, pero no porque entiende las consecuencias de sus actos. Su comportamiento en el tiempo empeora, el umbral del dolor aumenta y vemos que el grito y la nalgada ya no son suficientes para detener su mala conducta. El espiral de la violencia crece», explicó Saraiba.
3.- Si le pego hoy, aprende lo que no debe hacer. «La violencia no enseña, afecta mentalmente y físicamente al niño», expresa el psicólogo. Señalo que hay varios estudios que demuestran que la composición química y estructural del cerebro de una persona agredida en la infancia es menor a la de una persona que creció con condiciones para su desarrollo. Es así cómo crecer con miedo y rabia no favorece el aprendizaje. «Cuando un niño es agredido segrega una hormona, conocida coloquialmente como la hormona del estrés: el cortisol. Para situaciones de amenaza en la vida puede ayudarnos a prepararnos a la defensa. Tensa los músculos, acelera el ritmo cardiaco. El cortisol en breves periodos de tiempo ayuda al cuerpo a responder, pero cuando la exposición a un estrés crónico se prolonga, se vuelve neurotóxico. Por eso las estrategias de violencia en la crianza y aprendizaje están contraindicadas», agregó.
4.- Solo los hombres son violentos en el hogar. El coordinador adjunto y del servicio de atención psicológica de Cecodap aclaró que debido al contexto social de Venezuela, en el que la crianza ha quedado relegada en las madres y el hombre aparece ausente, en buena medida la violencia intrafamiliar es ejercida por la mujer.
5.- La violencia es natural. Para el especialista de Cecodap si bien la violencia como mecanismo de sobrevivencia es natural, no lo es cuando se trata de un mecanismo para infringir daño. Mantener esta idea clara es el primer paso para problematizar, cuestionar y transformar. «Si pensamos que la violencia es parte de nosotros, entonces podemos validar su uso y eso es peligroso», alegó.
6.- Todo agresor tiene problemas psiquiátricos. Saraiba comentó que sin duda existen victimarios con patologías psiquiátricas, pero llamó a la evaluación del contexto de cada caso. «La violencia lleva a aprender patrones de relación que replican las formas de violencia vividas. Hay que entender la violencia como un fenómeno cultural y social que podemos cambiar», dijo.
7.- Si un niño es agredido por su familia, es problema de la familia. «Tenemos claro que si un hombre le da una cachetada a una mujer eso es violencia y debemos denunciarla y activar todos los mecanismos que se promueven. Pero si eso pasa con un niño, en eso no hay que meterse. Sin embargo, el derecho de los niños y adolescentes es un hecho de orden público«, puntualizó el defensor de los derechos de los niños.
Además de las desmitificación de la violencia contra los niños, Saraiba recordó que se debe brindar a las familias un acompañamiento para sobrellevar los conflictos de la crianza: «No basta con decir que los niños tienen derecho a una vida libre de violencia. Debemos promover y exigir que el Estado establezca mecanismos para la prevención, restitución y reparación del daño».
Cecodap
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