Caracas. Quien dirige la clase de tercer grado B en la Escuela Virgen Niña ubicada en Casalta 2 es una mamá voluntaria, la mamá de Mariana, una alumna que cursa ese nivel. Marbelis Padrón, de 49 años de edad, desde hace algunos años ha estado rodeada de cuadernos, pupitres y niños. Aunque no es licenciada en Educación, estudió año y medio para ser asistente de preescolar. También es bachiller en Humanidades.

Primero trabajó como asistente de preescolar, pero después le exigieron la licenciatura para contratarla. Como no la tenía, no pudo continuar. Hace dos años, cuando inscribió a su hija en primer grado, comenzó a apoyar a la maestra como mamá voluntaria.

Los jueves ella se encargaba de la clase mientras la maestra acudía a la coordinación pedagógica para preparar la planificación de la semana. Así se preparó, sin saberlo, para asumir las riendas del segundo grado en abril 2018.

Marbelis Padrón se siente entusiasta en el aula. Lamenta no haber estudiado Educación, aunque piensa que aun está a tiempo.

A mitad de año escolar la maestra titular renunció y la coordinadora ofreció el cargo a Marbelis hasta finalizar el periodo escolar. Estos niños, que ahora cursan tercer grado, en diciembre de 2018 nuevamente se quedaron sin maestra.

Me preocupé muchísimo porque ya van para cuarto grado y necesitan una maestra. Por eso decidí ofrecerme y volver asumir el cargo. Allí está mi hija, lo hice por ella, dice Marbelis.

Para el desarrollo de las actividades y contenidos escolares recibe ayuda de la coordinación pedagógica del plantel, también busca en internet y consulta en libros. En ocasiones, llama a sus amigas, que son maestras, para preguntar sobre estrategias pedagógicas.

Me siento importante. En la calle los representantes me dicen profe, aunque saben que soy una mamá voluntaria”, expresa Marberlis, otros me dicen que soy más mamá que maestra, pero si uno combina las dos cosas es perfecto.

La fuga de docentes deja cada vez menos opciones para reponer los cargos vacantes. En lo que va de año escolar, solo en las 26 escuelas de Fe y Alegría en Caracas han renunciado 186 maestros y 8 directivos. En la Escuela Virgen Niña, de 15 docentes asignados, renunciaron 11. En aula apenas tienen 4 docentes graduados.

Se está trabajando con las mamás voluntarias. Son mamás que se han ido formando para que nos apoyen. Las directoras y coordinadoras les entregan una planificación sencilla y ellas ejecutan con los muchachos. El equipo directivo también ha asumido ciertos salones, explica la directora de zona en Caracas, Yameli Martínez.

Marbelis Padrón cobra un salario como bachiller no graduado que paga el Ministerio de Educación.

Mamás voluntarias es un programa fijo de Fe y Alegría que en principio sustituía a la maestra cuando faltaba por un día. Pero las renuncias del personal se agudizaron este periodo escolar y ahora las madres ya no dan una sola jornada sino que llevan el año académico.

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La mayoría de las vacantes son asumidas por las mamás ante la imposibilidad de contratar maestros que quieran hacer suplencias. En las 26 escuelas de Fe y Alegría en Caracas, hay poco más de 40 que asumieron el rol docente.

Ellas intentan mantener la rutina escolar de los niños, de ser la maestra que no tienen. “Trato de que ellos me digan lo que no entienden. En las multiplicaciones y divisiones les repito. Los pongo en coro a responder la tabla. Quizá sean métodos de cuando yo estudiaba, que era repetir a cada rato. Tengo 31 alumnos, puede que 30 digan que entendieron, pero si uno no entendió, vuelvo otra vez, dice Marbelis.

La desalarización, la hiperinflación, la falta de incentivos para el ejercicio docente sacó a los maestros del aula. Un docente VI, con el aumento de 55 % del 1° de abril, percibe un salario base de 46.658,96 bolívares, lo que se traduce en apenas un kilo de queso, algo de hortalizas y vegetales, un kilo de carne para 30 días.

Marbelis, por ser bachiller no docente, ahora recibirá menos de 30.000 bolívares al mes. Ella sabe que es poco lo que puede hacer con ese dinero pero entiende que la emergencia ante la falta de maestros pone en riesgo el año escolar.

Marbelis Padrón siempre tiene a mano la planificación de la semana.

Es esa misma emergencia la que negó el entonces ministro de Educación, Elías Jaua, en junio del año pasado: “En el último año, las renuncias de maestros no alcanzaron las 2000. Además, está dentro del promedio regular de renuncias. No tenemos un comportamiento anormal”, expresó.

Luego, Aristóbulo Istúriz volvió a asumir ese despacho ministerial con el inicio del año escolar 2018-2019, momento en que la Asamblea Nacional (AN) aprobó por unanimidad declarar la emergencia humanitaria compleja en el sector educativo.

Para entonces, el Colegio de Profesores de Venezuela alertó que de 860.000 docentes dependientes del Ministerio de Educación, 172.000 dejaron las aulas por emigrar, por estar de permiso o dejaron de ir.

Istúriz continúa sin tomar medidas para frenar el éxodo de maestros, la desprofesionalización y, por lo tanto, la baja calidad educativa que encierra a las escuelas.

Los maestros son el principal motor de esperanza, motivación y orientación al logro de los niños, niñas y adolescentes. Sin el maestro en el aula, perdemos la razón de ser, el significado del desarrollo y superación personal, considera José Javier Salas, director de la escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello.

Y concluye: Las políticas de sustitución de vacantes por personal no calificado solo ratifican la poca o nula importancia que tiene la educación para el Gobierno.

Intento por continuar

Noelia Páez, directora de la Escuela Virgen Niña, está preocupada por la pérdida de docentes que ha tenido en los siete meses de año escolar que han transcurrido. Reconoce que los dos elementos principales de una escuela son los estudiantes y los docentes, este último no lo tiene. En el intento por continuar, la salida de emergencia han sido las madres voluntarias.

Ellas vienen empoderándose con respecto a cómo se lleva a cabo la jornada dentro de un aula de clase. Básicamente han adquirido herramientas pedagógicas —aunque no son graduadas— han aprendido sobre el trato al estudiante, estrategias para mantener el orden, explica Fabiana Duarte, coordinadora pedagógica del plantel.

Duarte es la encargada de planificar las actividades propias de cada grado a cargo de una mamá voluntaria. Las prepara en cuanto a actividades académicas, las competencias que debe adquirir el alumno en cada momento, en el registro descriptivo que deben llevar de cada estudiante y cómo evaluar. Revisa y corrige cada semana la planificación de cada una.

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Muchas de ellas asumieron el grado por iniciativa propia, otras fueron abordadas por la coordinación. La mayoría ha participado desde hace años en los programas de Madres Promotoras de Paz o tienen tiempo colaborando en aula.

Grabriela Carmona es una de las mamás voluntarias con más años de servicio en el plantel Virgen Niña.

No todo ha sido fácil. Existe el temor de que no estén preparadas para asumir los contenidosNo tienen la pedagogía, hacen las tareas que se les indican, pero como una docente no se va a lograr el contenido. El niño corre el riesgo de no desarrollar las competencias. Sin embargo, nos hemos preocupado por formarlas, sostiene Martínez.

En ocasiones se han reunido con las mamás para tratar el contenido. Duarte cuenta que cuando se complica el programa, entra ese día al aula a dar la clase y la mamá se sienta a escuchar como una alumna más para entender y luego apoyar a los estudiantes.

Los grados quinto y sexto, que no tienen maestra, fueron asumidos por las coordinadoras por considerar que el nivel de exigencia en cuanto al contenido es mayor.

El seguimiento y acompañamiento pedagógico a las mamás cada vez se vuelve más cuesta arriba dado que las coordinadoras se han tenido que incorporar al aula. No es que se haya dejado de hacer el acompañamiento, pero no se tiene la misma intensidad. Ahora, además de coordinador soy docente, obviamente, busco los espacios. ¡Cuántas cosas tengo que hacer!, dice.

Duarte, además de revisar la planificación semanal de las mamás, debe verificar que los estudiantes estén adquiriendo las competencias de cada momento. Por ejemplo, cuando la mamá voluntaria realiza una evaluación, posteriormente Duarte hace una comprobación —en diferentes grados— de los resultados que evidencian la actuación del niño.

Algunos padres se mortifican sobre cómo será la evaluación porque las mamás voluntarias no están graduadas. Les digo que no se preocupen porque quien maneja la evaluación soy yo, aclara Duarte. Se hace énfasis en Lenguaje y Matemáticas.

Involución de la educación

Venezuela está viviendo en términos del ejercicio de la profesionalización docente una absoluta involución, afirma Tulio Ramírez, presidente de Asamblea de Educación y director del doctorado en Educación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

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Recuerda que en los años 60 la mayoría de los maestros no eran profesionales. En los 80, el Ministerio de Educación dictó en diversas resoluciones la obligatoriedad de titularse, prevista en Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente. A partir de ese momento los maestros sin título comenzaron a estudiar.

Esta política pública tenía dos propósitos: mejorar la calidad de la docencia y hacer que el maestro recibiera mejores condiciones salariales y beneficios sociales, sostiene Ramírez. Lo que califica como un logro para el sistema educativo pues hizo que, a inicios del año 2000, cerca del 80 % de las personas en ejercicio fueran profesionales.

Nélida Reverol es una mamá voluntaria que se encarga de los niños de primer grado en la escuela Virgen Niña.

Dada la circunstancia estamos retrotrayendo a lo que era el comienzo de los años 60, no porque no existan los maestros, el problema es que no ejercen porque están en otras actividades o han emigrado, lamenta Ramírez.

Las escuelas de Educación en las universidades forman con herramientas de carácter teórico-práctico para abordar el proceso de enseñanza: evaluación de contenidos, área del currículum, didáctica, nivel de madurez y lo que se espera del estudiante de acuerdo con el grado que cursa.

“Estos son fundamentos teóricos que se aprenden, no en la práctica, sino en la universidad a través del estudio sistemático”, destaca Ramírez.

Aunque señala que la sustitución de personal docente por no graduados aún no es masiva, manifiesta que podría serlo porque los maestros jóvenes no ven prosperidad en el ejercicio de la profesión.

Julio Mayor es profesor de Biología egresado de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Este mes renunció a parte de la carga horaria que tiene en un colegio público en Antímano.

“Conseguí trabajo como obrero y me van a pagar más”, dice Mayor. Tiene 39 años de edad y 12 años de servicio. Lo que le pagan en una semana de trabajo por cargar cajas, no se lo gana en un mes como profesor.

Este año decidió vender por partes el carro que compró en 2007 para reunir dinero e irse del país. “Con el título no voy a ir a comprar al mercado, con la vocación tampoco”, expresa.

La escuela de Educación de la UCAB en lo que va de año escolar ha recibido 108 solicitudes de personal por parte de las instituciones educativas: se traducen en 241 requerimientos de docentes en las áreas de Biología y Química, Ciencias Sociales, Física y Matemáticas, Preescolar, Integral, Filosofía, Ciencias Pedagógicas, Inglés, Educación Física, entre otras.

La UCAB continúa apostando por la formación docente a través del proyecto Educa 20-20 en alianza con la Compañía de Jesús. Para este programa, que ya tiene dos años, en la última convocatoria de este año entrevistaron a más de 300 jóvenes interesados en estudiar Educación.

En el caso de Fe y Alegría, Martínez inició conversaciones con la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela y la UCAB para que los estudiantes de estas casas de estudio hagan voluntariado en las escuelas y apoyen en materias como Biología, Química, Física y otras áreas.

Fotos: Luis Morillo

Fuente: Cronica.uno

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